una afición, una iniciativa, unas olimpiadas, éxito y realidad

origenes de la vela adaptada

La vela adaptada nace en Barcelona a partir de la iniciativa personal de la Dra. Victoria Fumadó, que en 1988 pensó que el deporte que practicaba le había aportado mucho: vivir experiencias, viajar, conocer mucha gente y, sobretodo, poder disfrutar de la naturaleza de una forma muy especial. Así pues, motivada por su trabajo como pediatra en el hospital Sant Joan de Deu, pensó en la posibilidad de unir lo que le gustaba: su trabajo con niños con discapacidad y su deporte, la vela.

Fumadó investigó la situación mundial de la vela adaptada y averiguó que en Holanda y en Londres existían asociaciones que ayudaban a navegar a personas con discapacidad. Las visitó, y después de conocer sus experiencias, decidió probar qué se podia hacer aquí, ya que nunca había habido una escuela de vela adaptada en España.

Así fue como, dentro del proyecto de Fumadó, se dio el primer paso: adaptar los barcos de vela ligera, lo que en un principio solo consistió en poner un banco de madera de banda a banda para que las personas que navegaran pudieran desplazarse de un lado a otro.

Posteriormente, Victoria se puso en contacto con 3 deportistas con diversidad funcional (Manel Amat, Victoria Martínez y Tomás Lozano), los cuales aceptaron el reto de probar el invento, momento a partir del cual se empezó a buscar una base náutica para el proyecto.

Al mismo tiempo se unieron a Victoria las técnicas Montserrat Renom y Milagros Ahedo, creando así entre las tres en Barcelona el primer equipo de profesionales en esta disciplina.

Finalmente, entre todos los implicados-das se bautizó el proyecto con el nombre de Escuela de Vela Adaptada, que posteriormente se convirtió en la actual asociación sin ánimo de lucro Club E.V.A.

Consolidación

 

Dos años después, y ya con una base en el puerto de Barcelona y una pequeña flota adaptada, comenzó en la E.V.A la enseñanza para personas ciegas. En esto contribuyó la Fundación ONCE, que transmitió a la escuela sus conocimientos sobre la enseñanza a personas ciegas, para poder crear por primera vez una metodologia adecuada para su formación náutica.

Durante los tres años siguientes se fue consolidando una programación cada vez más amplia de cursos orientados a diferentes personas con discapacidad: discapacidad física, discapacidad sensorial y enfermedades minoritarias.

En 1992, durante los juegos Olímpicos (Barcelona’92), se solicitó la consideración de la Vela Adaptada como deporte paralímpico. Al mismo tiempo se celebró en Barcelona el primer Mundial de Vela Adaptada, en el que participaron, obteniendo excelentes resultados,

los regatistas de la E.V.A: Paco Llobet, Victoria Martínez, Tomás Lozano, Maria Enciso, Manel Amat, y Celedonia Conesa. La repercusión en los medios de comunicación fue muy importante y con esto se consolidó toda la actividad.

En el año 1993, se traslada definitivamente la E.V.A. al Puerto deportivo de Aiguadolç (Port de Sitges) en donde también se comenzaron a realizar cursos con el colectivo de personas con discapacidad intelectual. Para ellos, y dirigido a niños-ñas y jóvenes, se diseñaron y programaron las primeras colonias náuticas de verano accesibles.

Otro gran éxito para este proyecto llegó en 1995 cuando dos de los alumnos, una persona amputada y otra con secuelas de poliomielitis, obtuvieron el título de monitora y monitor de vela.

Serian los primeros técnicos-cas de vela con discapacidad en España.

Actualmente, la Escuela de Vela Adaptada trabaja con todo tipo de colectivos sin limitación por su diversidad funcional, prepara a los alumnos y alumnas para la competición, y forma escuelas y técnicos/as de vela mediante seminarios impartidos a nivel nacional.

Competiciones

La primera regata internacional de vela para personas con discapacidad se celebró en suiza, seguida de competiciones en Alemania y los Países Bajos. El Comité Internacional de Vela Adaptada (IHSC) se estableció en 1988 y empezó a organizar competiciones y foros para promover el deporte de la vela adaptada. Dos años después, en 1990, la vela adaptada hizo su debut como deporte de exhibición en World Games for Disabled. En 1991 la Federación Internacional de Vela reconoció al Comité Internacional de Vela Adaptada que pasó a llamarse poco después Federación Internacional de Vela Adaptada (IFDS). El primer campeonato mundial de vela para personas con discapacidad se celebró en Suiza en el año 1991. Fue seguido por otros campeonatos en España (1992), Estados Unidos (1993) y Reino Unido (1994). En los juegos Olímpicos de Atlanta (1996) la vela adaptada apareció de nuevo como deporte de exhibición y en el año 2000, en los Juegos Olímpicos de Sydney, el programa de competiciones Paralimpicas incluyó eventos para embarcaciones de la clase Sonar (tres tripulantes) y para 2.4mR (un único tripulante)
Las clasificaciones elegibles para la competición en vela adaptada son:
  • Discapacitados físicos
  • Ciegos y deficientes visuales
  • Discapacidades mixtas incluidas en las anteriores: a criterio del equipo de valoración.
La Clasificación Funcional recogida en Sistema Internacional de Clasificación Funcional, está basada en la valoración de las siguientes habilidades funcionales:
  • Estabilidad
  • Funcionalidad de manos
  • Movilidad, dentro del barco
  • Capacidad visual
La valoración de la discapacidad se realiza según el Test Anatómico Funcional (puntuación máxima 300 puntos), el Test de Capacidad Visual (Agudeza Visual / Campo visual) y el Test Funcional de habilidades (valoración en seco “Functional Dock Test” y navegando “Functional Sailing Test”)
Las habilidades a valorar son:
  • Manejo de la caña del timón
  • Izar velas
  • Arriar velas
  • Cambios de posición
  • Caminar y/o ponerse en pie
La máxima puntuación por barco es de 14 puntos y de 7 puntos en embarcaciones individuales.

Reglamento

Una vez realizadas las clasificaciones funcionales para agrupar a los regatistas en las diferentes modalidades, en competiciones de vela adaptada hay que ajustarse al reglamento vigente de cada clase en la que se compite además de tener en cuenta las normas específicas para las embarcaciones adaptadas. Por ejemplo, en el Raquero adaptado los tripulantes no pueden sentarse en la borda, aunque sí pueden hacerlo dos de ellos en los bancos laterales.